Todos andamos con el alma destrozada pidiendo clemencia a Dios, pero no entendemos que todo el caos empieza en el vientre, en las entrañas, en el Ser Absoluto. Buscamos el Todo pero nosotros nos empeñamos en hacernos pedazos y gozamos del dolor cual mártires al contar mil veces sobre el sufrimiento. Alzamos la voz pero de la revictimización, aguantamos agachadas el maltrato del otro, sucumbimos en la tolerancia del odio y la fecalidad de los insultos.
Con nuestro permiso nos abraza la muerte de los golpes. La traición empieza por nosotros mismos al observar en silencio porque no somos capaces de decir: «¡No! ¡Basta!»
Hasta aquí llegué hoy… mañana será otro tema más, un feminicidio más, un aborto más. La vida empieza en el núcleo del embrión e indiscriminadamente matamos la vida y por ende matamos nuestra humanidad.